Un estudio
publicado por la UNESCO, el 73% de las mujeres periodistas ha sufrido
alguna vez acoso en línea relacionado con su trabajo.
Reporteros sin Fronteras (RSF) señala a Internet como el lugar más peligroso para estas profesionales. Desde Afganistán a Argentina, pasando por Dinamarca o Estados Unidos, ejercer el periodismo como mujer implica ser blanco de críticas, acoso y ataques.
Ni las calles, ni las redes son un espacio seguro para las mujeres periodistas, pero tampoco lo acaban de ser las redacciones. Muchas profesionales fueron las primeras en denunciar casos de agresión o acoso sexual en sus lugares de trabajo con la difusión del movimiento #MeToo.
Las mujeres periodistas están expuestas a mayor violencia sexista y
sexual que sus compañeros varones, denuncia el informe de RSF. Más allá
del estrés, la ansiedad y el miedo, este riesgo de género añadido lleva a muchas mujeres a autocensurarse, cambiar de especialidad o renunciar. La agresividad en Internet ha forzado al 43% de las encuestadas a cerrar sus cuentas en las redes.
La desinformación es uno de los principales males actuales de la libertad de prensa, así como en que la mirada patriarcal todavía pervive en el seno de muchas redacciones.
El espacio que las mujeres ocupan y pueden ocupar en un futuro
en el panorama informativo es un paso más hacia el concepto de igualdad
en una profesión que al margen del género sigue enfrentando los peligros
de dar a conocer los conflictos y desigualdades que existen en el
mundo.
Abajo el vídeo de la Asamblea de Mujeres Periodistas de la Asociación de la Prensa de Málaga (APM) que refleja su dedicación para trabajar por la igualdad real entre hombres y mujeres dentro de los
medios de comunicación e influir en ellos para conseguir otro modo de
hacer periodismo sacando a la luz las situaciones de desigualdad por
razón de sexo que se dan en la sociedad.
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