martes, 28 de mayo de 2019

GUILLERMINA ROJAS ORGIS

Según un recentísimo estudio de nuestro Centro, en el callejero fiscal de Cádiz podemos encontrar 712 vías de las cuales un 3,65 % están dedicadas a mujeres frente al 38,2 % de nombres masculinos. De las dedicadas a personajes, sólo el 6,24 % homenajean a mujeres reales.
Por ello, nos congratulamos y apoyamos la iniciativa del Ayuntamiento de Cádiz de ampliar el número de calles con nombres femeninos. Así, de los diez nuevos lugares que ha denominado para homenajear a personas vinculadas a esta ciudad, cuatro de ellos tienen nombre de mujer.
Entre estos lugares se encuentra la plaza que rinde merecido homenaje, da visibilidad y rescata del olvido a una mujer polifacética y excepcional: Guillermina Rojas Orgis.
 
Guillermina nace en Santa Cruz de Tenerife a mediados del siglo XIX. Hija de un zapatero y una costurera, su familia emigró a Cádiz cuando ella tenía cinco años.
A los 16 años, sigue los pasos de su madre empleándose como costurera, mientras que sus hermanos se dedican a estudiar. Sin embargo, parece ser que, a diferencia de la mayoría de niñas de la época, habría tenido una formación elemental que le permitió ingresar en la Escuela Normal de Magisterio (en aquel entonces se ubicaba en el edificio de la torre Tavira y había dos escuelas, una para maestros y otra para maestras), obteniendo el título de Maestra de Instrucción de Grado Superior en 1868.
Concluidos sus estudios, inmediatamente, Guillermina consiguió una plaza de profesora ayudanta en la Escuela Pública de Niñas de Santa María del Rosario, situada en los claustros bajos del desamortizado convento de San Francisco y que contaba con una matrícula de unas 100 niñas.
Comenzó a trabajar dando clases pero solo aguantó dos años con tal ocupación. No estaba de acuerdo con los planes de enseñanza ni la ideología que estos transmitían, así ante la imposibilidad de armonizar sus ideales educativos con la enseñanza que se impartía en esos momentos en las escuelas, por coherencia y vehemencia con su forma de pensar y de sentir, tomó una decisión drástica, renunció a su cargo, y se ganó el sustento trabajando de costurera de sastre, siguiendo los pasos de su madre.
En sus propias palabras, en carta fechada en Madrid el 19 de Febrero de 1872: “Ha estudiado dos años en la Escuela normal de Cádiz, y recibido su título de maestra superior… Ha estado después ejerciendo dicha profesión, por espacio de dos años, en una de las escuelas públicas de aquella ciudad, hasta que, comprendiendo que era imposible poder armonizar sus ideas con la educación mística y la raquítica instrucción que se da hoy en las escuelas, presentó su dimisión y volvió a su primitiva ocupación, la cual era costurera de sastre, para ganar honradamente el sustento sin tener que violentar su conciencia abdicando vergonzosamente de sus ideas en beneficio personal”.
Sin embargo, no renunció a su programa de actuación en favor de la educación femenina y siguió propiciando ésta como activista. Concretamente, en compañía de otras mujeres de la época, se embarcó en el proyecto de crear una escuela para adultas y el club republicano femenino Mariana Pineda, del que fue nombrada presidenta.
Su competencia en el ámbito educativo la capacitó para pronunciar el discurso de apertura de una nueva escuela republicana, en esta ocasión de niños, adscrita al club de “Guillén Martínez”, mártir republicano, en el otoño de 1870.
En 1871, Se traslada a Madrid donde forma parte activa del movimiento obrero, a través de una de las secciones que componían la Internacional en Madrid, llegando a ser Secretaria del Consejo Local de la Federación Madrileña. Fue responsable de la organización de un club republicano femenino en la ciudad y abrió un centro para la educación de la mujer. al tiempo que escribía en la prensa anarquista obteniendo fuertes críticas desde la prensa conservadora amadeista, no tanto por sus ideas como por el atrevimiento de hacerlo desde su condición femenina. Su popularidad era tal que llegaron a circular coplas sobre ella.

"Guillermina, Guillermina, no vayas al Comité, que esas son cosas de hombres, no son cosas de mujer."

Uno de sus artículos, “La Familia”, publicado en La Emancipación en 1871, causó un gran escándalo. En ella, Guillermina Rojas denuncia la insolidaridad de los modelos vigentes de propiedad privada, patria y familia; critica las figuras del matrimonio tanto religioso como civil (instaurado éste legalmente en 1870), y aboga por la libertad de convivencia libre entre las personas o un modelo de matrimonio que permita la igualdad entre sus miembros.
Guillermina fue incluida por Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales.
Tras el fin de la Primera República, parece que se refugió en Murcia en donde actuó como secretaria de la local de la AIT en esa localidad. Después se le pierde la pista. Posiblemente fue una de las deportadas a las colonias de los Mares del Sur. Incluso pudo terminar sus días en México. No se conoce con certeza la fecha de su fallecimiento.

Desde aquí queremos agradecer a la Universidad de Cádiz y a la profesora Gloria Espigado (gran investigadora y conocedora de su figura) la información que hemos obtenido en Internet para la realización de este artículo.

Para terminar, vaya desde aquí nuestro agradecimiento a esta mujer, pionera en tantos campos que hace unos 150 años contribuyo notablemente a la consecución de los derechos y libertades de los que gozamos las y los que vinimos detrás. Así que hoy le podemos cantar la coplilla con otra letra:


"Guillermina, Guillermina, ven conmigo al Comité, que esas cosas de los hombres, ahora ya, son de mujer."

Intervención de la profesora de la UCA Gloria Espigado en la inauguración de la Plaza:


PARTE 1



PARTE 2


 

( Vídeos realizados por José Luis Varela - Amigos del Patrimonio de Cádiz- )

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